El blog de 3ro. F y 3ro. A de Escuela ORT, año 2010

viernes, 30 de julio de 2010

Los Cazadores Cósmicos

1) Los catienses: Raza extraterrestre relacionada con los felinos del tipo gato. Mamífero bípedos de, aproximadamente, unos 2 metros de alto. Su cuerpo esta casi totalmente cubierto por bello. Poseen ojos rasgados y muy grandes. En el extremo trasero de su cuerpo se encuentra una cola de 5 metros de largo, la cual mueven de un lado a otro cuando están apunto de atacar a su enemigo con ella estrangulan a su presa y les quitan al vida. Los catienses suelen ser de personalidad fuerte, arisca, poco amigable y muy refinada. Caminan en dos patas ágil y elegantemente mostrándose superiores. Traicioneros, ya que al ser su aspecto de una hermosura grandísima y tierna, muestran bondad pero en sus venas corre violencia. Atacan inesperadamente, son capaces de decapitarte con una sola mordida y desgarrarte de un arañazo. Tienen el don de ver en la oscuridad y emiten un sonido de ronroneo adormecedor con el que duermen a su enemigo y lo despedazan sin piedad.


2) Shure y su tripulación viajaron a la Tierra con el cargamento. Al llegar a casa cada uno de los viajeros obsequió una de las bellísimas y exclusivas joyas a sus respectivas esposas. El resto las vendieron a las más caras y ostentosas joyerías del mundo.
Shure y su esposa rápidamente pasaron a pertenecer a la oligarquía, a la más refinada clase social. Se mudaron a una mansión de un lujo inigualable y en el centro de la sala de invitados colgaron, en honor al hallazgo de la tripulación de Shure, tres arañas de cristal a las que les incrustaron aquellas extrañas joyas que habían encontrado.
Había pasado menos de dos meses desde que habían vuelto a la tierra y Shure y su mujer organizaron una fiesta para celebrar el éxito de su misión en el Sistema de Sirio. Llegaron los invitados y fueron recibidos con exquisitos canapés de caviar y exóticos tragos.
Shure se reencontró con Silvanus Fry, Nelson y Barnes, luego de abrazos y palmadas de bienvenida, todos los invitados se sentaron a comer la fondieu de quesos que las empleadas de la familia Shure habían cocinado. Todas las mujeres en la mansión Shure vestían las extrañas y bellísimas joyas.
Estaba Barnes contando anecdóticamente aquella pelea contra los adharanos, como habían recuperado las joyas que esa repulsiva raza extraterrestre pensaba robarles, cuando todas las mujeres del salón emitieron un chillido de tal resonancia que aturdieron y llamaron completamente la atención de todos los hombres presentes.
-¡Arañas, arañas!- gritaban como paralizadas. -¡Enormes arañas!
En los cuerpos de aquellas elegantes y finísimas mujeres corrían arañas del tamaño de una palma. Caían de las luces que colgaban del techo. Y aumentaban minuto a minuto su tamaño.
Luego de una hora no quedaba en la mansión Shure sobreviviente alguno, los adharanos recién nacidos y con ansias de comer salieron en busca de alimento, el clima terrestre había generado cambios en su estructura aumentando su tamaño y su voracidad. En poco tiempo terminaron con el lujoso barrio en que vivía Shure, luego se extendieron por la ciudad y así fue en cada lugar en el mundo en el que se podían observar “aquellas preciadas joyas”.

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